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El Día de las Bibliotecas es una fecha que ensalza la utilidad pública de estos espacios para compartir lectura, saber, estudio y crear comunidad
Precisamente porque son espacios públicos con gran almacenamiento documental, puede darse una «tormenta perfecta» si no se realizan revisiones y controles de desinsectación. Las plagas más comunes que pueden darse en estos espacios son los pececillos de plata, carcoma, piojos de los libros, termitas y polillas, que atacan a los libros y son capaces de devorarlo en su totalidad, página por página.
Técnicas y tratamientos como la Tecnología de Atmósfera Controlada (CAT) evitan daños en el material bibliográfico.
Con el propósito de impulsar el hábito de la lectura el 24 de octubre se celebra el Día de las Bibliotecas, una campaña lanzada a través de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura. La edición de este año tiene el lema de «BiblioTEcuida» para destacar así el papel de las bibliotecas como espacios libres y abiertos que se preocupan por atender las necesidades de sus usuarios.
Ante las posibles pérdidas documentales, es importante llevar a cabo planes de control y vigilancia de los materiales que albergan las bibliotecas. Los denominados como insectos «bibliófagos» son capaces de consumir el material con el que están hechos los libros, acabando con las colecciones que forman parte del patrimonio histórico. Algunas de las especies que pertenecen a este grupo de insectos son el pececillo de plaga, la carcoma, los piojos del libro, polillas y las termitas.
En muchas ocasiones, las bibliotecas y archivos tienen que enfrentarse a colecciones de libros antiguos y manuscritos perjudicados por la acción de los insectos, capaces de alimentarse de la composición celulósica de los soportes, sus encuadernaciones y hasta de los adhesivos utilizados. Entre las consecuencias: agujeros en las páginas y en las encuadernaciones, grandes áreas roídas y superficies deterioradas.
Además, los archivos y bibliotecas que se consideran históricas son el mayor caldo de cultivo para la proliferación de estas plagas ya que los soportes más antiguos son, normalmente, de mayor calidad. Como aliciente se añade el clima de la península ibérica, cálido y húmedo, que favorece su desarrollo.
Prevención, la mejor arma contra las plagas
Aunque las infestaciones en libros se pueden controlar mediante tratamientos físicos o químicos, antes de que las plagas se establezcan y causen daños sobre las colecciones, lo más recomendable es establecer un programa de Gestión Integrada de Plagas, aplicable en todo tipo de colecciones, ya sean grandes o pequeñas.
La conservación preventiva y la monitorización han de presidir el trabajo de los responsables de bibliotecas y archivos en su objetivo de controlar las posibles plagas que se pudiesen presentar. La limpieza de los depósitos, el adecuado movimiento del aire, la vigilancia, el establecimiento de una planificación de alertas que implique a la totalidad del personal relacionado, el control de la humedad y temperatura y los planes de fumigación periódicos, son algunos de los medios que están al alcance de los profesionales para tratar de reducir al mínimo la acción de los insectos sobre los libros y documentos.
«Ante la presencia de una plaga, uno de los primeros pasos es identificar no solo ante qué tipo de insecto nos encontramos (a partir de las huellas que dejan sobre los libros), sino también determinar si se trata de ejemplares de larvas o adultos. Además, ante la mínima sospecha de infestación, los soportes afectados deberán de ser aislados en un área de cuarentena. Ya identificado el insecto, se elige el tratamiento en función de la gravedad de la plaga, el tipo de material y el valor de los artículos».
El uso de Tecnología de Atmósfera Controlada (CAT) es quizás uno de los tratamientos más habituales. Se trata de un método de control de plagas que elimina completamente la infestación de insectos a través de sistemas limpios, sin necesidad de utilizar químicos agresivos y peligrosos, sin dejar residuos de ningún tipo y completamente seguro para las colecciones bibliográficas. Esta «atmósfera controlada» elimina totalmente el oxígeno e inyecta nitrógeno en los contenedores en los que se ha encapsulado los documentos afectados, acabando al 100% con todos los insectos y parásitos sea cual sea la fase en la que se encuentren: huevos, larvas y adultos.
Fuente Comunicae