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La familia El Mann Arazi llegó a México hace varias décadas buscando el poder generar inversión y ayudar a la sociedad en la que crecieron. Su nuevo libro «10 año de historia en México» cuenta su historia
«Llegamos a México cuando yo tenía un año de edad, Moisés doce y Max seis. Tuvimos muchas carencias cuando éramos niños, por lo que todos empezamos a trabajar desde los once años. De esa época recuerdo que, en cuanto llegaba de la escuela, corría al negocio de mi papá a llevarle la comida, porque él nunca comía en la calle» menciona Andre El Mann Arazi en el nuevo libro de FUNO.
«Antes de mí, lo hacían mis hermanos. Me iba en taxi, de esos Volkswagen a los que les faltaba el asiento de copiloto. El viaje, según el taxímetro, costaba 15 o 16 pesos, pero los taxistas no lo ponían casi nunca y mucho menos cuando velan que el viajero era un niño» rememora Andre El Mann Arazi.
«Tengo muy presente que una vez llegué al negocio de mi papá, corrí por el dinero para el taxi y me preguntó cuánto había sido. Cuando le dije que 20 pesos, me preguntó «¿Te puso taxímetro?», a lo que respondí que no. Me dio el dinero, le pagué al taxista y en cuanto estuve de vuelta sentenció «vete, no quiero comer». Ese era el castigo, que él no comiera. Y «vete» significaba «vete como puedas». La tienda estaba en la colonia Roma y la casa mía estaba en Polanco. Esa era la cultura».
«¿Cómo no cuidar cada centavo cuando había escasez? De ahí viene la disciplina. La cultura árabe inculca respeto por el padre y por el hermano mayor. Mi papá se retiró en 1981 después de una pancreatitis aguda que, gracias a Dios, superó. Mientras estuvo vivo, estuvo al tanto de todo. Falleció justo después de que nos hiciéramos públicos y Moisés, que hoy es el director de facto del grupo tomó las riendas. Nuestro padre nos dejó, entre muchísimas otras cosas, la disciplina».
«En aquel entonces vendíamos pinturas de Comex y no había locales para poner tiendas. La primera tienda la tenemos desde el año 1965 y aún la conservamos, aunque el local no es nuestro. Hoy tenemos locales de todos los colores y sabores, pero pagamos renta de ese hasta la fecha por cariño y nostalgia».
«Para el momento en el que se retiró mi papá teníamos ya 10 tiendas, pero queríamos poner más. Así que buscamos terrenos grandes, los compramos, construimos nuestros propios locales en las ubicaciones que quisimos y de los tamaños que quisimos. Si construíamos 6, usábamos 1 y rentábamos los demás».
«Encima de los locales hacíamos departamentos u oficinas. El dinero para todo esto iba a las tiendas: reinvertíamos lo que ganábamos. Desde esos tiempos mis hermanos y yo somos socios en todo».
«Entre nosotros siempre hemos sido respetuosos. Aunque necios y a veces discutimos, nos hemos entendido bien, porque cada uno tiene su , eso nos ha funcionado. Moisés tomó toda la parte inmobiliaria. Max y yo tomamos la operación de las tiendas».
Este nuevo libro estará disponible próximamente en librerías.
Fuente Comunicae