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La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) alerta de que la mosca negra es un importante vector de graves enfermedades en otros países. Un potencial riesgo al que se enfrenta también España debido a los efectos del cambio climático. «La única forma de evitar que la mosca negra se convierta en un problema de salud pública en España es volcar esfuerzos en su prevención y control», alerta ANECPLA
La mosca negra no es una especie invasora en nuestro país. Sin embargo, en los últimos años, se ha expandido de manera vertiginosa por todo el territorio nacional, especialmente en las zonas cercanas a los cauces de los ríos.
Si bien este simúlido no transmite por el momento ningún tipo de enfermedad en España, sí que es vector de graves enfermedades en otros países del África subsahariana, Brasil y Venezuela, entre otros.
La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) alerta de que los efectos del cambio climático pueden cambiar la actual situación en cualquier momento y advierten de que la única forma de evitar que este insecto se convierta en un problema de salud pública también en España es volcar esfuerzos en su prevención y control.
En España, la mosca negra es una especie autóctona que no es transmisora de enfermedades. Aún. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) alerta de que, debido tanto a la globalización como a los efectos del cambio climático, es cuestión de tiempo que lo sea si no se llevan a cabo las medidas de prevención adecuadas para su control.
“El cambio climático y la globalización son dos factores muy potentes para que esto se produzca”, explica Sergio Monge, presidente de ANECPLA. “La única manera que tenemos de evitarlo es que las Administraciones Públicas vuelquen todos sus esfuerzos en el control de esta especie que está muy cerca de llegar a convertirse en un importante problema de salud pública en España”.
La mosca negra es transmisora de graves enfermedades infecciosas como la oncocercosis, endémica de varios países del África subsahariana, Brasil y Venezuela, donde según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay alrededor de 18 millones de personas infectadas y cerca de 270.000 se han quedado ciegas debido a esta enfermedad también conocida como ‘ceguera de los ríos’.
Y es que son precisamente los cauces de los ríos las zonas de reproducción de la mosca negra, especialmente en aquellos que se encuentran especialmente limpios y concretamente en la vegetación flotante, la cual queda al descubierto cuando el nivel del agua comienza a descender.
ANECPLA recuerda que es precisamente ahora el momento idóneo para comenzar las labores de prevención y control de esta especie. “Lo ideal es ampliar las campañas de prevención y no ceñirlas exclusivamente a los meses de verano”, afirma Monge. “De esta manera se podrán aplicar tratamientos larvicidas que combatan la plaga desde los estadios más primarios de desarrollo de los individuos. Este tipo de tratamientos son además lo más inocuos tanto para el resto de especies como para las propias personas”.
ANECPLA señala el ejemplo de Madrid como paradigma de buena gestión: el Ayuntamiento de la capital redujo en un 87% las larvas de mosca negra en el río Manzanares gracias a su campaña de 2020, según datos de Madrid Salud.
En la actualidad, las regiones españolas más afectadas por la presencia de mosca negra son Andalucía, Aragón, Cataluña, Madrid, Murcia y Valencia, donde este insecto autóctono de unos 6 mm. de longitud ha crecido hasta cifras nunca vistas, debido fundamentalmente al aumento de las temperaturas de los últimos años.
“Las altas temperaturas son uno de los factores principales para que se produzca un pico en el volumen de población de mosca negra”, explica el director general de ANECPLA, Jorge Galván. “Su ciclo de vida, que puede completarse desde unos días hasta varios meses, puede llegar a reducirse a la mitad cuando hace mucho calor”.
Una mordida muy dolorosa
De pequeño tamaño y color oscuro, la virulencia de la picadura de la mosca negra es mucho mayor que la de otros insectos. “El problema fundamental de este insecto es que no pica, sino que muerde en forma de sierra, generando una herida de consideración importante y pudiendo dar lugar a infecciones y reacciones alérgicas muy alarmantes, que en algunos casos requieren hospitalización”, explica el director general de ANECPLA, Jorge Galván.
La mosca negra muerde, provocando un pequeño desgarro en la piel de su víctima. Comienza inoculando una pequeña dosis de anestésico, que le permite morder sin que el individuo afectado se dé cuenta. Su saliva es la que suele provocar fuertes cuadros de alergia y dolores fuertes en la zona. El efecto final se traduce en una roncha de varios centímetros que suele incluso sangrar, acompañada de una elevada hinchazón que puede llegar a durar hasta un mes.
Si se sufre la mordedura de la mosca negra es importante no rascarse, ya que puede empeorar la herida y hacer que se infecte. Se recomienda aplicar hielo para bajar la inflamación, o una pomada con un corticoide suave. Pero, sin duda, es recomendable acudir de inmediato al hospital o centro de salud más cercano e informar del caso para evitar un empeoramiento de la reacción.
Consejos para evitar su mordedura
A diferencia de otros insectos voladores, la mosca negra actúa por el día y es capaz de introducirse bajo las prendas y alcanzar la piel para conseguir su propósito. Algunos de los consejos lanzados desde ANECPLA para evitar ser víctima de este insecto este verano son los siguientes:
Vestirse con ropa clara, sin colores demasiado llamativos que puedan atraer a los enjambres.
Evitar pasear por el curso de los ríos o zonas cercanas a los mismos, especialmente a última hora de la tarde.
Instalar mosquiteras en puertas y ventanas en las zonas de riesgo.
Evitar la acumulación de agua en el exterior de la vivienda y mantener cubiertos los depósitos de agua.
Controlar los desagües.
Utilizar repelentes certificados (sobre todo los que contienen citronela).
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Fuente Comunicae